Arqlgo. Iván Hernández Ibar
La necesidad de registrar y preservar los restos materiales dejados por el proceso de industrialización en los últimos dos siglos dio como resultado el surgimiento de un nuevo campo de estudio de carácter interdisciplinario.
Conceptos como los de arqueología industrial, arqueología histórica o patrimonio industrial han sido empleados indistintamente en las investigaciones enfocadas a conocer y explicar los procesos históricos de la sociedad industrial a través de sus restos materiales.
Comprender los procesos históricos fuera del mundo mesoamericano a través de la arqueología ha enriquecido la labor propia de esta área de estudio[1]. Es así como la aplicación de la arqueología en México comienza a liberarse de los encasillamientos comunes que hasta hace muy poco tiempo existían dentro de la comunidad académica, actitud que todavía no ha trascendido a la principal institución encargada de estudiar, proteger y difundir el patrimonio histórico mexicano el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En México, diversas líneas de investigación referentes a la industria se llevan a cabo con el membrete de arqueología industrial; sin aclarar qué es esa disciplina, ni su campo de acción. Al parecer el nombre de arqueología industrial se ha puesto de moda en los últimos años, permitiendo a los proyectos interesados en la protección de sitios industriales atraer la atención de grupos empresariales e instituciones culturales capaces de financiar sus trabajos. Sin embargo, es necesario discutir los alcances y límites de la arqueología industrial para no cometer el error de llamar a todo estudio histórico o proyecto de restauración industrial con el reluciente nombre de “proyecto de arqueología industrial”.
Esta disciplina debe ser ubicada como una rama de la antropología dedicada al estudio de un periodo histórico de la cultura. Por supuesto, el rango temporal en donde es aplicable se encuentra principalmente delimitado por la Primera Revolución Industrial, sin embargo el proceso de industrialización se experimentó de diversas maneras en países alejados de la esfera europea. Aunque es evidente que este parámetro temporal es flexible, también es indudable que a partir de la Primera Revolución Industrial se transformó tanto la manera de producir, como las relaciones laborales a escala prácticamente global. La articulación tecnológica como la comercialización de los productos a escala global marcan el inicio de lo que hoy llamamos patrimonio industrial, pero siempre considerando que este cambio tiene profundas raíces y procesos de implantación de largo plazo como de diverso grado de efectividad.
Es fundamental no perder de vista que lo importante es conocer, proteger y difundir las vivencias humanas sufridas a través de la implantación industrial, antes de encaminar el estudio sólo al aspecto tecnológico o de protección del vestigio material. Se debe resaltar el valor positivo que el patrimonio arqueológico industrial representa para la sociedad, al restituir a los trabajadores anónimos, el reconocimiento por lo que han sabido aportar a favor y en nombre de la dignidad del trabajo, pero también se debe evaluar y analizar el impacto prácticamente irreversible que la industrialización ha tenido en el desastre ecológico en que vivimos.
La nueva generación de arqueólogos en México
A partir del último cuarto del siglo XX llega a México la arqueología industrial, considerada una disciplina novedosa pero carente de una definición clara. Al contrario de Europa los intentos de protección del patrimonio industrial no surgen de la opinión publica sino de profesionales conscientes del riesgo que corren los vestigios industriales. Normalmente a la arqueología se le ha visto como sinónimo de excavación. Los arqueólogos son entes polvosos siempre dispuestos a desenterrar “un gran hallazgo” que cambiara la comprensión de la historia antigua. Pero, la práctica de la excavación arqueológica es simplemente un método para obtener información, no es por mucho el único método o labor permanente en arqueología.
Sin embargo, la arqueología industrial en México ha tenido un desarrollo marginal, formalmente no existe para las instituciones encargadas de proteger el patrimonio histórico y cultural; además, en la opinión pública no hay una consciencia clara sobre el valor cultural que tienen los vestigios industriales.
El interés por parte de las recientes generaciones de arqueólogos por los diversos procesos de implantación industrial en México ha proporcionado los primeros ensayos de titulación enfocados a la arqueología industrial.
En 2003 defiendo mi tesis de licenciatura en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), como consecuencia de la participación que he tenido dentro del Proyecto de Arqueología Industrial en el Distrito Minero de Pachuca y Real del Monte, donde reconstruí el proceso tecnológico del vapor implantado en México durante el siglo XIX por compañías y personal británico, tomando como ejemplo la mina de Acosta[2]. Dentro de este proyecto fueron registradas las evidencias materiales correspondientes a la tecnología del vapor en el distrito, además fueron analizadas de manera particular los vestigios en la Mina de Acosta con la finalidad de plantear áreas de excavación que nos proporcionaran información del proceso de instalación, uso, y retiro de la maquinaria movida por la fuerza del vapor; obteniendo evidencia arquitectónica del ensamblado, montaje y funcionamiento de esta tecnología, así como una muestra representativa de herramientas registradas dentro del propio contexto arqueológico del lugar, y que son evidencia de la instalación, uso y transformación del espacio industrial dentro de la mina de Acosta. Fue desarrollado uno de los primeros análisis tipológico y funcional en México de estas herramientas correspondientes al siglo XIX e inicios del XX registradas en la excavación arqueológica. También una muestra de estas herramientas fueron analizadas por el método de Emisión de Rayos X Inducida por Partículas (PIXE) por en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el fin de identificar composición química de los hierros empleados, su procedencia y establecer su temporalidad por medio de analogías con otras herramientas de hierro donde se conocía su fecha de producción y su procedencia.[3]
Este proyecto ha permanecido hasta el momento como parte de la labor de investigación que lleva el Archivo Histórico y Museo de Minería A.C (AHMM, A.C.) en la región de Pachuca y Real del Monte. En el año de 2009 fue realizado el registro arqueológico de la Mina de Dificultad, por medio de un modelo tridimensional que registro la situación arquitectónica de esta instalación minera, como el primer paso antes de intervenir en la restauración de la mina por parte de la subdirección del AHMM, A.C. Actualmente la mina de La Dificultad es un centro de interpretación del distrito minero abierto a todo público, donde se aprecia una interpretación general de la producción minera de Pachuca y Real del Monte. Además de que fue recobrado una de las minas más importantes de la región y contribuye a la protección y difusión del patrimonio industrial en México[4].
Dentro de este mismo distrito minero la arqueóloga Yolanda Beltrán presentó su ensayo de titulación “Patrimonio Industrial Minero: el caso de la Hacienda de Beneficio San Buenaventura, en Pachuca, Hidalgo”[5]
Este trabajo tuvo la intención de colaborar con el rescate del patrimonio industrial minero en la ciudad de Pachuca, generando un registro arquitectónico completo de esta antigua Hacienda de Beneficio, contribución esencial para la protección de ese lugar. La arqueóloga Beltrán discute los procesos de trabajo y la tecnología a través de los restos materiales registrados por ella en San Buenaventura.
La arqueóloga Beltrán continuó con su formación profesional en la Universidad Tecnológica de Michigan, Estados Unidos de Norteamérica, donde elabora su ensayo de maestría titulado “Industrial Archaeology of the Hacienda Santa Brígida. Mineral de Pozos, Guanajuato, México”[6], donde ilustra la historia de este mineral mexicano, además registra y estudia los restos arquitectónicos de esta hacienda proponiendo una interpretación funcional de cada uno de ellos a través del análisis de su mapeo en este sitio. Su objetivo consiste en la interpretación del patrimonio industrial de Santa Brígida, origen, desarrollo y causas del declive por medio de la investigación documental, el registro de los edificios y el mapeo para producir un plano del sitio, proponiendo por último un programa de preservación e interpretación de este lugar.
Un ensayo de titulación innovador presentado en 2005 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia por el arqueólogo Sinhúe Lucas Landgrave titulado “Las máquinas de coser Singer y su impacto sobre la sociedad mexicana decimonónica y de principios del siglo XX: Un estudio de arqueología Industrial”[7], nos muestra la manera que esta herramienta trasforma las relaciones sociales de producción textil en México, el arqueólogo Sinhúe logra recobrar la historia tecnológica de esta innovación tecnológica, revalorando su uso dentro de talleres de costura, sastrerías y su vinculación con el surgimiento de las primeras tiendas departamentales en México, además nos permite comprender la creación de la imagen personal a través de la moda que esta innovación tecnológica trajo para la sociedad mexicana a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Finalmente contribuye con la creación de una cedula de registro para las máquinas de coser.
Un tema inédito dentro de la arqueología en México fue la vinculación de la arqueología subacuática al estudio de procesos productivos industriales. El arqueólogo Fabián Bojórquez logra superar la dificultad al presentar como ensayo de titulación por la ENAH el trabajo: “Dos embarcaciones camaroneras en la Sonda de Campeche. Un caso de arqueología subacuática Industrial”[8]. El arqueólogo Bojórquez como parte del equipo del proyecto “Flota de la Nueva España 1630-1631 e inventario y diagnóstico de Recursos Culturales Sumergido en el Golfo de México” nos expone la pesca industrial del camarón; emplea al barco camaronero como instrumento de este proceso industrial que comenzó hace varios siglos, logra vincular a la arqueología industrial a la arqueología subacuática, categorizando a los barcos camaroneros como fábricas flotantes a manera de un conjunto de máquinas resguardadas en una caja en movimiento, fundando la investigación dentro de la arqueología industrial subacuática por medio del estudio de una muestra de 15 barcos camaroneros hundidos en la década de los 80´s del siglo pasado, plantea el problema de: ¿accidente marítimo o hundimiento intencional de los barcos?. Por medio de su investigación logra aclarar el concepto de hundimiento intencional como explicación de la formación de contextos sumergidos.
Otro ensayo de titulación fue el presentado por el arqueólogo Rubén López, titulado: “El campamento de Salto Grande, Necaxa, Puebla: Un caso de arqueología industrial del siglo XX”[9] . La extinta compañía de Luz y Fuerza del Centro, liquidada por decreto presidencial el 11 de octubre de 2009 fue fundada en 1898 por la compañía de origen canadiense The Mexican and Power Company, Ltd, compañía que tenía una larga y rica historia de servicio estatal suministrando energía eléctrica a bajo costo al pueblo de México; en 1903 esta compañía obtiene la concesión para explotar las caídas de agua de los ríos Tenango, Necaxa y Xatepuxtla. Para 1911 se funda la Liga Mexicana de Electricistas y en 1914 se constituye el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Este sindicato sería durante todo el siglo XX baluarte de la lucha obrera mexicana y ejemplo para otras agrupaciones obreras.
La hidroeléctrica de Necaxa con su presa de Salto Grande en el estado de Puebla es el tema de investigación del arqueólogo López, en su trabajo nos proporciona una interesante tipología de las hidroeléctricas por medio de una clasificación de sus características estructurales y tecnológicas. No podría ser más oportuno este trabajo de investigación para crear conciencia de la labor de los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro en un momento donde el gobierno mexicano deja sin fuente de trabajo a miles de obreros con el consecuente peligro de destrucción del patrimonio industrial eléctrico. Como lo ilustra el arqueólogo López en este trabajo.
Por último, la maestra Alicia Bracamontes nos presenta un excelente ensayo de titulación de maestría por la ENAH: “El mineral de Ojuela: Estudio arqueológico e histórico-industrial. Siglo XIX, municipio de Mapimí, en Durango, México”[10].
En este trabajo Bracamontes logra conjuntar un estudio histórico por medio del análisis documental y fotográfico, con la metodología arqueológica de interpretación del paisaje, identificación de áreas de actividad y explicación de uso de los diversos espacios industriales, como áreas productivas del mineral, espacios de circulación, barrios obreros, mercado y áreas de culto. Por medio del sondeo arqueológico logra recuperar utensilios registrados en excavación arqueológica controlada, para posteriormente analizar el material recuperado proponiendo una tipología de uso y función que caracteriza cronológicamente su muestra.
La perspectiva a futuro.
Dos son los problemas que enfrenta el patrimonio industrial mexicano. El primero y más fuerte es la necesidad de legislar claramente sobre este legado, no existe un debate sobre lo que se considera patrimonio industrial dentro del gobierno mexicano, aunque existen grupos de investigadores y especialistas interesados en el tema, no se ha logrado promover la discusión en el poder legislativo para que exista una ley que proteja este tipo de patrimonio. Otra labor que es urgente es formar un catálogo nacional de patrimonio industrial que permitiría en un primer momento documentar los vestigios materiales que están a diario en peligro de desparecer y además fomentaría con unas bases sólidas la legislación al respecto.
Por último, no existe dentro de las instituciones educativas en México un programa de formación de arqueólogos industriales. Tradicionalmente la arqueología se ha aplicado a sociedades preindustriales, actitud comprensible por la riqueza temática y patrimonial que tiene México de vestigios prehispánicos o coloniales; aunque como fue mostrado en estas líneas el interés por los arqueólogos recientes ira revirtiendo esta tendencia.
[1] Hernández Pons, 2005.
[2] Hernández 2003.
[3] Hernández 2010.
[4] Oviedo, 2011.
[5] Beltrán 2004.
[6] Beltrán, 2009.
[7] Lucas, 2005.
[8] Bojórquez 2006.
[9] López 2007.
[10] Bracamontes, 2010.
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