Arqlgo. Iván Hernández Ibar
TICCIH-México.
El 2 de octubre de 2006 fue una fecha terriblemente importante para la arqueología mexicana. En el recinto sagrado de la antigua Tenochtitlán arqueólogos adscritos al Programa de Arqueología Urbana del INAH descubrían una gran lapida esculpida de la diosa Tlaltecuhtli: diosa terrestre responsable de dar vida pero también de quitarla; para ser descubierta la diosa exigió una ofrenda extremadamente importante. El mismo día al sur de la capital mexicana muy cerca de Ciudad Universitaria el Dr. Jaime Litvak King fallecía; en el México contemporáneo el dos de octubre nunca se olvidara, es una fecha cargada de simbolismos.
Mi personal vinculación al proyecto de rescate y protección del patrimonio industrial en el Distrito Minero de Pachuca y Real del Monte, a cargo del Archivo Histórico y Museo de Minería en la ciudad de Pachuca, me permitió desde el año de 1998 tener la oportunidad de dos cosas: Primero, como estudiante de la Escuela Nacional de Antropología e Historia participar en un proyecto novedoso para la arqueología tradicional mexicana. Es decir aplicar la disciplina arqueológica a procesos industriales recientes. Segundo, haber conocido al Dr. Jaime Litvak, quien fue el director de este proyecto durante varios años.
El doctor Litvak fue desde mi experiencia una figura deslumbrante, como arqueólogo tenia una visión integral sobre lo que debería ser la arqueología industrial en México. No solamente le interesaban las innovaciones tecnológicas traídas al país, sino también las personas que acompañaron a esas innovaciones, junto con sus costumbres, tipo de vestido, lengua, religión, comida y por su puesto su música. Pero además, tenía una idea muy clara sobre la vinculación y enfrentamiento que los nuevos trabajadores industriales venidos de Europa tuvieron con la gente local, muchos de ellos indígenas que requerían trabajar en las nuevas fábricas y adaptarse a un sistema administrativo altamente jerarquizado.
Para el Dr. Litvak la labor cotidiana de un arqueólogo industrial consistía en recorrer los barrios obreros, entrar en la tienda del lugar y charlar con los trabajadores que salían después de su jornada diaria, conocer sus preocupaciones, sus intereses y hasta sus amores. Después sí era posible entrar a la cantina local y seguir escuchando los albures, las mentadas y ¡por qué no, bailar una cumbia o un danzón!, escuchar los corridos donde los obreros se quejan del patrón, de la mala condicion de la mina, del sancho. Seguir el recorrido al mercado donde las comadres lo mantienen a uno actualizado de los chismes, de lo poco que gana su marido, de lo borracho que llego ayer, de los accidentes en el trabajo.
Para el arqueólogo Litvak, los restos materiales industriales eran importantes siempre y cuando nunca se perdiera de vista que esos restos materiales respondían a una sociedad en proceso de adaptación a la industria; la labor de cualquier arqueólogo era comprender a la sociedad más que al resto encontrado en la excavación.
En ese sentido el Dr. Litvak entendió que la arqueología industrial tenía una ventaja sobre la arqueología prehispánica: el estudio de sociedades industriales a través de archivos históricos, restos materiales, y en muchos casos las comunidades vivas que trabajan actualmente en la industria. Esto le parecía al “Doc” una gran ventaja, sobre el estudio de sociedades más antiguas muchas de ellas sin registros documentales escritos.
En nuestro país la arqueología industrial es una disciplina emergente, donde asociaciones civiles, museos de la técnica y pocas universidad han incursionado. El Dr. Litvak fue uno de los primeros arqueólogos mexicanos interesados en las sociedades industriales, como pionero se hacía varias preguntas sobre las características formales de la llamada arqueología industrial.
De acuerdo con mi profesor: el objetivo esencial para la arqueología industrial debería tomar en cuenta la revisión critica en dos direcciones; el primero al interior de la practica profesional, valorando la trascendencia humana presente en la evidencia material como meta principal de la disciplina, evaluación que a su vez permitiría colocar en su justa medida la era de la industrialización con sus claroscuros de producción de riqueza y explotación humana. Además la práctica profesional debería estar abierta a la transdiciplina. El Dr. Litvak sabía unir los esfuerzos de diversos especialistas interesados en la industria.
¡Arqueología Industrial!
El incipiente desarrollo industrial mexicano permitió generar la infraestructura necesaria para mejorar los medios de comunicación, fomentó tanto el comercio de medianos y grandes empresarios, así como la educación científica y tecnológica del país.
Los intentos de industrialización que ha vivido México a lo largo de 200 años han contribuido a conformar lo que actualmente es la compleja sociedad mexicana; además la industria ha marcado y trasformado grandes extensiones del territorio nacional a través de la construcción e instalación de plantas procesadoras, hidroeléctricas, haciendas, fundidoras, textileras, ferrerías, almacenes, vías Férreas y minas entre otras instalaciones que permitieron la concentración humana en grandes ciudades. Por lo que no solamente son interesantes estas instalaciones en sí, sino todo el desarrollo urbano ligado a la fábrica como: barrios de obreros, iglesias, escuelas, cementerios, centros deportivos y medios de comunicación, restos materiales e inmateriales que tienen también un valor histórico. Todo este universo de bienes es considerado como patrimonio cultural susceptible de ser protegido por las leyes del Estado. Aunque por las características propias del patrimonio industrial (homogéneo), no todos los restos industriales pueden o deben ser conservados, aunque todos son susceptibles de registrarse y catalogarse, así como de ser investigados.
La implantación de la industria en México es un tema muy interesante para comprender la historia local y regional del país, así como para interpretar parte de nuestra compleja sociedad y en ese campo la arqueología industrial como una disciplina emergente en México tiene todo por hacer y muchas cosas por aportar. En ese sentido Belem Oviedo directora del Archivo Histórico y Museo de Minería Asociación Civil de Pachuca junto con el Dr. Litvak propusieron crear un proyecto de arqueología industrial en la mina de Acosta en Real del Monte, con la finalidad de registrar, proteger y explicar el desarrollo industrial de esta mina empleando a la arqueología industrial como el área de estudio donde diversos especialistas pueden aplicar sus conocimientos. De esta manera, el proyecto se encamino a comprender el cambio social y tecnológico durante el siglo XIX en este antiguo distrito minero, a través de la evidencia material.
El Dr. Jaime Litvak promovió muy intensamente los nuevos proyectos de arqueología industrial en México, aportaba su larga experiencia como investigador, participaba constantemente en reuniones encaminadas a promover la protección del patrimonio industrial y otorgaba de manera desinteresada asesorías a estudiantes dedicados a investigar la sociedad industrial. El Dr. Litvak identificó tres labores primordiales para este tipo de patrimonio. La primera era crear un marco legal que protegiera los vestigios industriales de su constante perdida, marco legal que aun no existe. La segunda consistió en crear recursos humanos capacitados para estudiar y proteger este tipo de patrimonio. Y la tercera era comenzar un inventario nacional del patrimonio industrial mexicano con la finalidad de conocer y evaluar los restos materiales sobrevivientes, para así crear los lazos institucionales que permitieran proteger este tipo de patrimonio. Tarea que en este momento está discutiéndose fuertemente por los interesados en el tema.
En realidad, mi experiencia como ayudante de campo del Dr. Litvak me permitió conocer a una excelente persona, siempre de buen humor, siempre dispuesto a ayudar a cualquier estudiante, sin la menor intención de reconocimiento. Siempre interesado en estudiar nuevos temas, siempre infinitamente generoso.