Mariano E. Torres Bautista
Maestría en Antropología Social BUAP
En la Primera plana de “La Jornada de Oriente” del 30 de abril último apareció una escandalosa y hasta escalofriante noticia: Derrumban la ex Fábrica textil El Mayorazgo. ¿Porqué es ambas cosas a la vez esta noticia? Vean señoras y señores si no. Escandalosa porque, teniendo el año de 1841 como su origen, esta construcción contaba con la protección de leyes federales vigentes. Sin embargo, la misma nota refiere que el miércoles 29 amaneció destruida “sin que pudiera hacer algo el Instituto Nacional de Antropología e Historia”. Esto quiere decir que la institución federal que recibe recursos públicos de la federación para llevar a cabo una labor de protección de bienes culturales se queda inmovilizada incumpliendo una de sus tareas sustantivas. A nuestros ojos esto es escandaloso, a los de muchos significará simplemente “otra mancha más en la piel del tigre”. La foto de la nota muestra maquinaria recogiendo escombros sin que los “peritos” de la incompetente institución que alguna vez manejaba la consigna: “manos mexicanas las hicieron, manos mexicanas las deben proteger”; parece que simplemente sigue otra fórmula en la aplicación de la ley: “obedézcase pero no se cumpla”. La nota refiere, al igual que en las décadas anteriores a la declaración del centro histórico de Puebla como Patrimonio cultural de la humanidad, la crónica donde una limitada visión de lo que es la “cultura de la modernidad” hizo lo mismo con incontables e irrepetibles casonas: “la demolición de muros se dio de manera sigilosa y escalonada desde noviembre de 2012.” Pero además de la institución mencionada que, como en otros casos, por un plato de lentejas permite que se ponga en riesgo la transmisión de nuestro patrimonio edificado y se sigan destruyendo vestigios (como recientemente se vio en Cholula), disneycializando (como la zona histórica de los Fuertes y el pretendido “Parque intermunicipal” en torno a la Gran pirámide o Tlachihualtépetl) ¿Qué pasa con las facultades de Arquitectura e ingeniería civil de nuestras universidades? ¿Porqué no resaltan la importancia de inmuebles con valor hipotecario único e irrepetible? ¿Qué falta para comprender que, si se quiere promover el turismo en una entidad que no tiene playas, se debe conservar y valorizar aquello que ha sido producto del trabajo, la forma de vida en nuestra comunidad a lo largo de siglos de historia dejándonos monumentos que por supuesto no se van a encontrar en Disneylandia, Las vegas, Epcot Center, etc.? ¿Porqué cuando se está ante estos monumentos solo se piensa en la museización o entra en operación el síndrome del hambre pensando en lograr solo algunas rentas de locales para esos espacios? ¿Acaso se ha perdido el genio constructor que hizo de Puebla la primera ciudad manufacturera del continente y la primera en contar con una estructura productiva industrial en el siglo XIX? Para esto contamos ya con nuevos emblemas y ejemplos de lo que puede pasar. El afortunado rescate, luego del temblor de 1999, y magnífica remodelación del antiguo Molino de Huexotitla, la recuperación de la emblemática fábrica de “La Constancia Mexicana”, sin olvidar los centros vacacionales de Metepec y La Trinidad. Aunque también tenemos el ejemplo de Paseo de San Francisco, con su “Centro de Convenciones” incapaz de atraer más convencionistas que vendedores de zapatos o promotores de paquetes para bodas y XV años. Esto no es de extrañar.¿A quien le interesa esa fachada “modernista” en medio de un paisaje cultural creado durante los años de esplendor del enorme reino de la Nueva España; una urbe que fue pionera y ejemplo de muchos logros? Muchos poblanos recordamos las bravatas y petulantes palabras de quienes creyeron que con su autoritario atropello traían la modernidad a una ciudad cuya historia les es totalmente ajena. ¿Qué ha sido de muchos de ellos? Ahora bien; ¿dónde esta lo escalofriante de la noticia que nos sirve para llamar la atención de nuestras Facultades de Arquitectos, Ingenieros, Gastrónomos, promotores turísticos, etc.? Justamente en el hecho de que un Instituto especializado, que se rige bajo leyes federales, siga siendo presa de nuestra clase política que no deja oportunidad para mostrar su síndrome del hambre, su bajo nivel académico, político y cultural y su sumisión a poderes fuera de nuestras fronteras.
Proceso de destrucción, fábrica Mayorazgo, Puebla.
Fotografía en la Jornada de Oriente, José Castañares
Proceso de destrucción, fábrica Mayorazgo, Puebla.
Fotografía en la Jornada de Oriente, José Castañares